CONSUELO, LA HORMIGA QUE VIVÍA
EN LO PROFUNDO DEL SUELO
Había una vez una hormiga
que solo comía migas.
No salía del hormiguero
por cuidar de sus hermanas.
Y se comía los restos
que las otras se dejaban.
Un día la hormiga reina
la hizo llamar
para hablar con ella:
“Quiero que salgas afuera
para ver la luz del sol
y la luz de las estrellas.
Ante esto no hay discusión,
es una orden, corazón.
¡Vamos! Que no se haga tarde”
No le quedó más remedio
que obedecer a su madre.
Se preparó una mochila
con un poco de comida.
Y decidida salió
por la puerta al exterior.
Cuando vio la luz del día,
aún con las gafas de sol,
recibió tal resplandor
que la dejó conmovida;
“¡Qué astro tan poderoso!
¡Qué alimento para hojas!
¡Qué colores y qué brillos!
Me siento como un chiquillo.
¡Gracias! Madre por hacerme
Terminar con mi encerrona,
si hubiera seguido así
me muero…
y no va de broma”
Vio a sus parientas y amigas
en una ordenada fila,
pero ella se sintió
una hormiga exploradora.
Para descubrir el mundo
debía caminar sola.
Así que andaba a su ritmo
contemplando las lindezas
de la Madre Naturaleza.
Saludaba y conversaba
con los insectos que se cruzaba.
Después de ponerse el sol
se tumbó sobre la hierba
a disfrutar de la luna
y contemplar las estrellas.
Se fue quedando dormida
con el fluir de un riachuelo,
con el canto de los grillos,
entre la tierra y el cielo.
Al despertar…¡Qué sorpresa!
Una linda mariquita
había dormido con ella.
-¡Buenos días! Por la mañana
¿Tú cómo te llamas?
-Soy Fina, la mariquita
habitante de este prado.
Me quedé a dormir contigo
pues me pareció muy raro
una hormiga que está sola.
Dime ¿Necesitas algo?
-Yo soy Consuelo
la hormiga que habitaba
en lo profundo del suelo.
Me he vuelto independiente,
lo único que necesito
es descubrir este mundo
y conversar con la gente.
-Pues perfecto, amiga mía,
si quieres seré tu guía.
Por cierto ¿Tú tienes alas?
-La verdad que no lo sé
porque siempre caminé.
-Deja que yo te examine,
he visto a hormigas volar.
Quizá seas una de ellas,
eso sería genial.
¡Ohhh! ¡Qué gran descubrimiento!
Gracias a la mariquita
Consuelo desplegó
en el aire sus alitas.
Y juntas aterrizaron
Sobre una preciosa rosa,
bañándose en el rocío
perfumadas y olorosas.
Compartieron ese día
Otro, otro…muchos más.
Y es que poder compartir
es una felicidad.
Nuestra hormiga disfrutó
de hallazgos y de encuentros.
Ya casi termina el cuento.
Supo que ella era un titán;
pues no hay en el mundo
más fuerte animal
que una diminuta hormiga.
Aquí termina este cuento
¿Os ha gustado?
Es bastante más real
de lo que os habéis pensado.